Como parte de nuestro Eco-Desafío de abril: Usar su plato para ayudar al planeta comiendo menos carne de vacuno y lácteos, algunas de nuestras hermanas y asociados comparten sus reflexiones sobre la alimentación. Hoy, la Consociada Andrea Pearson Tande, de nuestra provincia de San Pablo, escribe sobre la adaptación de su dieta para que sea saludable para ella y para el planeta de una manera que funcione para su familia.
Definitivamente no me describiría como vegana. ¡Ni siquiera soy un aspirante a vegana! Sin embargo, soy una persona que se preocupa por el planeta y por los efectos del procesamiento industrial de carne. Recientemente aprendí que es mejor para el planeta comer productos de todo el mundo, como una manzana de Nueva Zelanda, que comer incluso carne local y criada de manera sostenible. Todos esos viajes y envíos consumen menos recursos de los que se requieren para criar animales para la alimentación. ¡Increíble! También he pasado algún tiempo aprendiendo de personas que estaban entrelazadas con el sistema de procesamiento industrial de pollos. Todos los involucrados en este ciclo de producción; los criadores de pollos, las personas que trajeron los pollos de las granjas a las plantas de procesamiento, las personas que trabajaron en las plantas de procesamiento, las personas que vendieron este pollo en la tienda; todo un proceso de situaciones deshumanizantes. Cuando miro el daño que los productos animales pueden traer a nuestro planeta y a nuestros semejantes, no quiero participar en ese sistema.
Sin embargo, la vida es complicada. Tengo tres hijos que siempre tienen hambre. Nuestras vidas están muy ocupadas, y tengo muchas cosas en las que necesito pensar más allá de la receta para nuestra próxima comida. Aunque no estoy lista para llevarme a mí y a mi familia a una vida vegana a gran escala, estoy comprometida a tomar decisiones que contribuyan a un planeta más saludable.
Elegimos opciones sin carne cuando es posible, y la carne que compramos es orgánica. Juntos, cultivamos y cosechamos frutas y verduras en los meses más cálidos. Y trato de hablar con mis hijos sobre por qué el hacer estas opciones marcan la diferencia. Esta noche para la cena, vamos a comer lasaña con dos tipos de queso y albóndigas. Pero mañana, estoy haciendo una sopa de lentejas vegana que a los niños les encanta (abajo, ver la receta). Espero que incluso nuestros pequeños cambios puedan marcar la diferencia. Y tal vez, a medida que continúe intentándolo, descubriré que estos pequeños cambios pueden conducir a otros más grandes en el futuro.
Receta de sopa de lentejas rojas con coco de 101 Cookbooks (en inglés)
Esta sopa cálida y reconfortante es mi favorita en un día frío. La receta es muy indulgente, así que siéntase libre de incluir ingredientes adicionales o dejar de lado los que no tiene / no le gustan. Recomiendo servir esto sobre arroz, quinua o el grano de su elección para una comida abundante.
Pregunta de reflexión
Al igual que Andrea ha compartido sus reflexiones con nosotros, deje un comentario a continuación sobre sus elecciones alimentarias.